sobre las Madres

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¿Cómo podemos, al escribir de las dictaduras y sus tecnologías de opresión en América Latina, al escribir contra la tortura y del terror, perturbar su poder no solo de imponer el tema, sino además de ejercer una fascinación sobre el texto? Para descomponer esa lógica debemos arriesgar la desilusión de también perturbar la ilusión de totalidad en el texto, cuyo poder de transmission es como la autoridad del dictador: una autoridad fundada en el poder de reproducit entre su público esa ilusión de orden por encima de la condición del terror… en otras palabras, un silencio…
Al igural que ese silencio, así también los desaparecidos, los ausentes y las fosas communes autorizan al Estado como la Fuente de la verdad.
Contra esto se levanta un arte que busca una cultura de la resistencia.”
~ Charles Merewether (quoted p.236, Butinx)

Gustavo Butinx once drew a series of quotes and writings together to convey some understanding of the politics and identity of the Madres. I still find some of these ideas thought-provoking… here is his opening, explanatory, statement (followed by quotes from within the essay):

madres-plaza-de-mayo“No es fácil escribir sobre las Madres. Lo que aquí se ofrece no es un texto orgánico y autorizado sino el inicio de una aproximación, construída a modo de collage y pensada para una discusión que no se agote en lo académico.” (Butinx, p.236)

“Pero la de las Madres es también una estrategia simbólica que arrebata al poder el poder de sus imágenes, ocupando y recuperando los vacíos de su retorica, parasitando sus contradicciones. Maternidad, femineidad, familia, religion. El pañal que flameó por primera vez sobre sus cabezas en una peregrinación official a Luján. Los nombres y reclamos “femeninamente” bordados sobre tan piadosos pañuelos. Los clavos de Cristo en la solapa. Los ayunos y retiros. Los encuentros en la iglesia, desde cuyas puertas serían ellas mismas secuestradas. Y esa notable capacidad para revertir el discurso del enemigo: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”.
Pero eran las Madres. Al buscar a sus hijos usaban ingenuamente el sagrado derecho democrático de querer saber” (Osvaldo Bayer). La agudeza así lograda puede ser también interpretada como un doble filo. Ya en 1982 algunas feministas argentinas le comentaban a Jean Elshtain que, por las características de su accionar, las Madres “profundizaron y legitimaron la imagen de la madre de luto como típica e ideal identidad femenina. María del Carmen Feijóo cuestiona una estrategia “basada en los roles reproductores de la mujer que refuerza la convencional division del trabajo.” Pero Martha Ackelsberg y Mary L. Shanley enfrentan estas expresiones con la comprobación propia de cómo las Madres disolvieron las fronteras de lo público y lo privado en sup unto más sensible y al mismo tiempo más resguardado: la construcción de género. “Para proteger y cuidar a sus hijos tuvieron que salir de sus casas y hablar como seres politicos y como ciudadanos”.
Por ser madres ejemplares, dejaron de serlo (Alejandro Diago).” (Butinx, p.238)

“Espacio que se disuelve en tiempo: casi una definición etimológica de la utopia. Tanto más ponderosa pore star articulada a un rito. La Victoria es efímera pero año tras año reiterada. Más que una actuación, cada Marcha de la Resistencia, cada ronda de los jueves, es una actualización. La toma de la Plaza tiene ciertamente una dimension política y estética, pero sobre todo ritual, en el sentido más cargado y antropológico del téermino. No se trata tan solo de generar conciencia sobre el genocidio, sino de revertirlo: recuperar para una vida nueva a los seres queridos atrapados en las fronteras fantasmagóricas de la muerte.” (p.240)

“No solo el presente, también la presencia, esa primera y esencial forma de protesta asumida por las Madres. “Con su sola presencia empezaban a quebrar un sistema” dice Bayer. Los pañuelos-pañales en las procesiones y en los despachos, en los fastos oficiales, en la Plaza de Mayo. La ausencia del hijo encarnada en la presencia ubicua de la madre, iluminando el “cono de sombras” (Piera Oria) con que se pretendía sepultar a los secuestrados en un limbo sin memoria. La silueta actúa como una metáfora inversa pero de igual sentido: el vacío se vuelve pleno en la acción vital de quienes lo (d)enuncian y en ese mismo acto lo llenan. Aparición con vida. No la mera ilustración artística de una consigna sino su realización viva. Las Madres hicimos las siluetas. Esas siluetas eran la presencia de los desaparecidos en la calle (Hebe). Presencia-por-ausencia. Como la de los desaparecidos.” (p.242)

Más que una categoría política, el desaparecido es nuestra figura cultural por excelencia. No lo eliminado sino lo reprimido, en toda la complejidad de ese término. Lo negado, antes que lo proscripto. Pero el triunfo secreto de las Madres es la dialéctica intuitive que les permite revertir esa lógica perverse en sus propios términos. Hacer del desaparecido no el signo desplazado de la muerte sino el proyectivo de la latencia. El retorno de lo reprimido. El eterno retorno del mito.” (p.243)

“Como testimonio las Madres nos ofrecen sus existencias reconstruídas en la búsqueda de los ausentes. “Nuestros hijos nos parieron a nosotras, nos dejaron embarazadas para siempre” (Hebe).” (p.244)

Te seguimos buscando” es la frace característica. “Buscar, esa era la única manera de continuar siendo madre (Hebe)” (quoted p.246)

Ref: (italics in original; emphases in blue bold mine) Gustavo Buntinx (1993) ‘Desapariciones forzadas/ resurreciones míticas (fragmentos)’ pp.236-255, Arte y poder: 5as. Jornadas de Teoria e Historia de las Artes, Facultad de Filosofía y Letras (UBA) del 8 al 11 de septiembre de 1993

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